martes, 20 de agosto de 2013

Entrevista a Nekro

El cantante de Boom Boom Kid hoy prefiere llamarse Nekro como cuando lideraba Fun People, la banda punk rock más sonriente que conoció esta tierra. 


Nekro pide un café y un helado de chocolate. No le importa que uno corra el riesgo de enfriarse mientras que el otro acabe por derretirse, así como tampoco le importa si hay paro de subtes y la gente anda como loca trepándose a los bondis que le tiran el humo del escape en la cara cuando maneja su Vespa. Nekro aprendió a mantener su espíritu con humor aún viviendo en una ciudad tan exigente como Buenos Aires. La estrategia consiste en equilibrar y si, por ejemplo, tiene que ir a pagar un impuesto al centro, después pasa por una disquería a ver fanzines, un disco o se encuentra con un amigo. 
Para el cantante de Boom Boom Kid, la música no es un trabajo, sino una terapia para curarse a sí mismo: una “gritoterapia”. A principios de los ‘90, antes de ser conocido como el  líder de Fun People y el chico de rastas rubias que hacía mosh sobre su público en una tabla de surf, Nekro sí tuvo empleos más comunes y se las arregló para que también tuvieran su dosis terapéutica. En una época repartió volantes en la esquina de Callao y Corrientes para el Centro Editor de América Latina que fundó Boris Spivacow al cual todavía admira y recuerda: «Me gustó trabajar para Boris porque podía ir vestido como quería y, si tocaba los viernes y caía roto, los sábados a la mañana me dejaba faltar». Al tiempo, cuando limpió oficinas para una empresa de químicos, atesoraba las fichas que le daban para la máquina del café. Luego su viejo lo empleó repartiendo las boletas de gas por la zona de Campana y Escobar y la única condición fue: «OK, pero lo hago en la tabla de skate». Gas del Estado le pagaba el pasaje para ciudades por ahí cerca y si era verano, se bañaba en el arroyo, iba a una compra-venta de libros y discos, conseguía lugares para tocar y se hacía amigos. «Siempre me las rebusqué para pasarla bien y me divertí bastante. La vida es un juego bonito y hay que ponerle color». 

Hoy Nekro disfruta de pasear por los cementerios y la última vez que estuvo en la Recoleta fue a la tumba de Oliverio Girondo y dibujó con crayones unas flores en la fachada. Su madre le contó que tiene un pariente de apellido Espósito que construía panteones y está convencido de que de ahí viene su afición por el art nouveau, decó y toda la estética de la época. «Hay una tumba a  la que voy en la Chacarita que tiene un vitreaux como un cielo y a la tarde le da una claridad muy copada. A veces cerramos negocios de shows ahí mismo», cuenta. «No estoy de acuerdo con que los cementerios sigan existiendo, pero ya están hechos y es un lugar donde hay paz total. Además, en la Chacarita hay buenas pizzerías». 
La afición por los cementerios explica en parte el porqué del sobrenombre Nekro, tomado de una canción de Slayer: Necrophiliac. Al por entonces Carlos Damián Rodríguez le gustaba porque cuando tocaban ese tema en vivo lo presentaban como una serenata de amor a alguien enterrado a cuatro metros bajo tierra. Con ese nombre se lo conoció cuando lideraba Fun People hasta que, a principios del 2000, decidió matar a Nekro en un recital de Cemento y le adjudicó el asesinato a un tal Boom Boom Kid.  Miss Muerte y Boom Vän Kinder son otros alter egos e Il Carlo es el que canta boleros y canciones románticas.

¿Se cierran las etapas o las vas alimentando?
- Vivimos y nacemos todo el tiempo. Ahora me volví a llamar Nekro porque estoy despegando del solista para estar en plan trío o cuarteto y firmo los discos como Nekro, el cantante de BBK. Además no se me ocurrió otro nombre... Los pibes me dicen El Duke, pero no voy a ser “el Duke de Boom Boom Kid”.

En mayo presentó el Libro Absurdo en un 'japening' con BBK donde prometió regalar el disco nuevo con un manifiesto personal. El público se llevó tamaña sorpresa cuando se encontró con que, entre las tapas negras de un cuadernillo sobrio como un libro contable, las páginas estaban en blanco y una nota escrita a mano aclaraba: Sí... hojas en blanco y el absurdo no es esto, el absurdo es que hayas esperado instrucciones a seguir por parte de mí. ¿Tan engreído y me quisiste aún así?
«Fue divertido hacer un show diferente. Afuera había amigos míos filmando la reacción de la gente y algunos nada, otros muy enojados, otros sorprendidos en la buena manera», cuenta Nekro. «Lo raro es que vinieron más de dos mil personas a verlo y algunos esperaban un libro en el que yo diera instrucciones para que la vida en Capital fuera más suave. Nuestro punto de vista era ver qué extraños somos los seres humanos, cómo nos dejamos manejar por los que tienen micrófonos. Es preocupante y peligroso cómo se reproduce el cuento del flautista de Hamelin».

De alguna forma vos también asumís una responsabilidad porque tenés un micrófono y largás consignas, incluso desde los fanzines. El otro lo toma si quiere, pero ¿cómo manejás el hecho de que la gente te siga?
- Publicamos un Libro Absurdo y nos sacamos un montón de cosas de la espalda. Somos lo que somos y no venimos a bajar línea a nadie. Vos decís que mis canciones están cargadas de un montón de cosas, pero no son tus cosas: son mías.
Para muchos, Fun People era una representación de lo que pasaba entre los adolescentes en los ‘90-2000, a la vez que una fuente de inspiración porque escuchándote, se animaban a tener su banda, hacer sus fanzines, expresarse de la manera que mejor les saliera, sabiendo que vos hacías algo que cualquier otro podía hacer. Como un trampolín para salirse del mundo de los adultos.
- Eso me copa. Lo que hacemos es algo que cualquiera podría hacer. Lo nuestro era: “si te gustó, ahora empezá lo tuyo y filtrá información, no te la fumés así como te la dan”. Yo no uso nada de los animales para vestirme, vivir o comer y me encantaría que nadie matara más animales. Hago temas en los que cuento lo bueno que es comer vegetales, pero no puedo cargar con ese karma, está todo bien si no lo querés hacer.

La repulsión a la carne animal le surgió naturalmente cuando de chico fue obligado a comerse una gallina con la que había estado jugando en el patio de su casa. «Mi abuela estaba haciendo empanadas de pollo caseras y a mí me gustaban mucho. En un momento me doy cuenta de que la gallina había desaparecido y me dicen bueno, la matamos e hicimos las empanadas. ¡Me estaba comiendo a mi mejor amiga! Fue un shock total, me fui a vomitar, una histeria bárbara y desde ahí me rehusé a comer carne y mis padres me dejaron ser un poco».
La organización ambientalista Greenpeace se instaló en Buenos Aires en 1987 y Nekro fue hasta sus oficinas en Chacarita a presentarse: «Yo soy un activista, les dije. Me miraron raro y me contestaron: Ah bueno, tenés que mandar cartas acá. Yo no quería repartir panfletos, quería hacer un grupo de choque». De vuelta en Campana y junto a unos amigos, también vegetarianos, se organizaron bajo el nombre Green Violence, a modo de reacción. Pusieron pegamento en las cerraduras de las peleterías y en las tiendas donde vendían armas, y juntaron caca y pis en un tacho para tirársela en la puerta. «Fue una conmoción en el pueblo, estábamos en todos los diarios. Ahora lo sigo haciendo como un acto más individual, dejo carteles y explico por qué», cuenta. Las acciones de Green Violence se documentaban en un fanzine que, para mantener el anonimato en Campana, copiaban en un mimeógrafo de su mamá que era maestra rural. «El proceso se hace con gelatina y muchas son de hueso de pescado asi que estoy viendo de reemplazarla con agar agar, aunque mi mamá dice que se cortajea», explica.

***

En los ‘80, en Argentina no se conseguían discos de hardcore y trash metal y la única alternativa era comprar los cassettes grabados en alguna disquería de Capital o que alguien los trajera de afuera. Cuando Nekro escuchó Metallica en “Cuero Pesado”, el programa que conducía Daniel Aguilar por Radio Continental, se fascinó con la banda y salió a buscar esos cassettes grabados. Volvió a su casa con uno de Dead Kennedys, otro de Slayer y un fanzine que se llamaba Metalica (con una sola L). «Ese día, con un amigo agarramos fósforos y la benzina que usaba mi papá para hacer los planos para los gasistas y prendimos fuego la cartelera de corcho de la iglesia», recuerda. «Después entendí que había una movida de black metal, de chicos que escuchaban mensajes satanistas y hacían estas quemas, ¡pero nosotros ni siquiera entendíamos inglés! Creíamos que la iglesia era un error y había que destruirla, como una tarjeta del TEG que en un momento usé de pin y dice: “Destruir al ejército blanco de ser imposible destruir al jugador de la derecha”. Ese fue mi primer acto punk».

Luego vino el primer fanzine que fue Bestia Infernal del Vómito Negro y tenía una entrevista a Osvaldo Civile de Horcas en el debut en San Martín. Después editó (y estos son sólo algunos) Cerveza Insana, Ornitorrinco, Lo pior de lo pior, Vespa y Fun People, quizás el fanzine más célebre por haberle prestado el nombre a la banda. «Antes nos llamábamos Anesthesia, por un tema de Cliff Burton, pero el nombre estaba registrado así que tuvimos que cambiarlo por Fun People que era el fanzine», explica Nekro. «El primer disco estaba lanzado, la tapa la había hecho Miguel Mortola, el nieto de Oesterheld, que lo conocí andando en skate, intercambiando cassettes. Concentrábamos mucho en la casa donde vivió su abuelo y había un cuadro que yo siempre dije: si un día hago un disco, quiero que tenga esa tapa. Y así fue».
El año pasado BBKid publicó Mi Pequeñia Colección de Funzinez que compila material de 1997 a 2010 y empieza con un texto de Patricia P. contando el accionar de Nekro como un hiperactivo funzineroso: “Más por necesidad personal que por militancia periodística, el fanzine se le presenta naturalmente como uno de sus métodos favoritos de expresión”. A Nekro hoy no le sienta bien la palabra “militancia” y aclara: «Todo lo que tenga “mili” adelante me suena a milico y no quiero tener nada que ver con eso». P. es parte de Resistencia Zine y la organizadora de la feria del libro punk que se presentó por primera vez en junio en Salón Pueyrredón, a propósito del aniversario de la muerte de Ricky Espinosa, y para la cual Nekro pensó en pedirle a su madre que fuera a enseñarles a los punks cómo hacer copias caseras con el mimeógrafo, pero el plan se frustró porque al final ella no se animó. 
A Nekro le gusta lo artesanal y ocuparse él mismo del circuito, pero escapa de su registro si su estilo es indie o do it yourself  y aclara: «El “ser independiente” ya es un cliché. Si mañana me gusta un sello discográfico y quiero darles mi material, lo voy a hacer. Lo importante es que yo sea feliz y esté bien con lo que estoy haciendo, no estoy preso de nada». Es un buscador de oxígeno que cuando siente que se ahoga, voltea paredes: escribe, canta, llora, pinta con aerosol, diseña una patineta (el último prototipo se llama Pithecantropus Erectus, como la canción de Charles Mingus) y, si lo que necesita es escapar, sale a la ruta. Él es quien mueve la pelota para hacer giras y con la misma libertad las cancela, tal como pasó con la de septiembre por Europa: «Darío, el bajista, no podía ir y yo quiero estar con mis amigos, no quiero otro músico. No le estoy jodiendo la vida a nadie porque no pasa nada si no se hace. Vamos a Alemania y tocamos en el garage de 'Pancho Strasbourg', casi que no teníamos fechas programadas».
Sus shows siguen siendo un caos estupendo. Nekro reconoce que tuvo que ponerle hardcore-gay-antifascista a Fun People porque en la escena punk había mucho machista con esvásticas y ningún travesti ni gay cantando en un show. Pero en realidad no le interesan las etiquetas, ni los relatos que deforman y estandarizan: «La Biblia no es un buen cuento para los niños. Agarramos un best seller cualquiera, se destruye y queda eso».

Ahora imaginate que estamos en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Se quemaron todos los libros y a vos te tocó memorizar El Principito, ¿cómo lo contarías?
- Mezclaría un poco lo que fue Vuelo Nocturno, el libro anterior de Exupery, y empezaría así: estoy volando por el aire, miro las estrellas. De repente una brilla más que otra. No sé si tengo mucha gasolina, pero voy como Ícaro hasta un lugar desde donde me caigo, estoy cayendo, y caigo en un asteroide. No caigo sobre la tierra, sobre la Patagonia Argentina cargando cartas y diarios. Caigo sobre el asteroide... creo, capaz que estoy en la  Argentina, esto es un desierto... ¿Viste que también lo deformás?


Publicado en Dadá Mini #20- «Yerba mala nunca muere» - 2012

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